domingo, 15 de agosto de 2010

Madurez


Violadores de la infancia y de la inocencia, morid, pues ya habeis terminado vuestro cometido, aquí, en mis recuerdos. Que me acoja la vida como soy ahora, que no me juzguen las pesquisas de gente que abre la persiana al amanecer y bosteza agotada. No quiero mis ideales, allá vayan ellos sin mí, no los necesito. No quiero mi carácter si no hay nadie a quién mostrárselo y crea en mí. Hay tantas cosas por hacer, tantas cosas que descubrir. Esto no es suficiente. Odio ser una niña y que nadie me tome en serio. Hace tiempo que ya pasé la etapa de: "¡Mamá hay un fantasma en el armario!".
He crecido mentalmente y físicamente, sé que quedan cosas por vivir, que los males de hoy serán las risas de mañana, pero, ¿qué importa eso? Hoy es el ahora, y ahora me siento trozos de algo que fui. Ya no soy la misma, tengo mis problemas y hay veces que no sé como acatarlos. Hay veces que necesito ayuda y sé que intentan apoyarme diciéndome que aún me queda mucho por vivir, pero eso no ayuda, necesito otra cosa. Necesito que me den una abrazo sin pedirlo, que cuando me vean llorar pulsen el botón de Stop con un "te quiero y todo saldrá bien", que después de ese día estando triste me llamen al siguiente para preguntarme qué tal estoy. Necesito que se preocupen por mí pues no soy tan independiente como creen...

Por eso quiero ser una mujer. Por eso quiero que me tomen en serio, para que no me vuelvan a decir jamás que "el fantasma es inofensivo", no. Ese "fantasma" me da miedo, un miedo horrible y sé que lo tendré que espantar yo pero necesito ayuda, mi alma no puede aguantar más con la cruz ella sola pues se empieza a desquebrajar. Ya no me siento parte de. Hace tiempo que dejé de serlo, parte de una familia, parte de una amistad, parte de un amor, no. Desgraciadamente, contigo terminó el parte de y ya no existe un bis ni una continuación. Desgraciadamente.
Todos me ven una cría, piensan que mis problemas son juguetes rotos que ya los reparará papá, pero yo me siento mujer. Mis ideas fluyen de mi pensamiento, sé lo que voy a hacer, pero es cierto, hay veces que no sé lo que quiero. Soy tan perfecta e impoluta como cualquier hamburguesa del McDonald's. A veces no hay más remedio que tirar del humor.

No tengo aire ni para silbar. Pasan cosas, una detrás de otra que me sacan de mis casillas. Todo tiene un aura de dolor y rabia. No sé lo que contengo en mi interior pero hay veces que no puede evitar verterse. El color de la tristeza es tan azul como el mar anochecido y mi amor sufre de amoríos intensos que van directos en forma de metástasis. La madurez consulta con la almohada cada noche qué tiene que hacer. Y ella le responde que ya lo sabrá. Sólo espero observar mi intelecto mientras duerme, a ver qué sueña por las noches cuando la arena de sus ojos los adormece y empieza a idear. No hay palabras que puedan describir como me siento. Una mezcla de sensaciones directas al estómago...

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